Salgo sobre las 7. Subidita al principio y voy
tirando. En Azofra me encuentro con Maider y Asier, dos chavales de Irún
a los que hice una foto con el hospitalero de Nájera, que resulta que era de su pueblo, y con los que estaré ya
hasta Burgos.
La verdad es que si vas hablando el camino se te hace más liviano. El ritmo ideal es ése, uno que te permita ir tirando pero conversar. Hay que tener presente lo que se dice, que no es una competición a ver quien llega antes, aunque tampoco puedes dormirte por dos razones principales: a) que no te pille la calor (que en agosto aprieta a partir de las 11); b) coger sitio en los albergues, ducharte (¡el mejor momento del día!) y comer a una hora razonable.
Llevar compañía tiene otra ventaja: no pierdes las
flechas amarillas. Éstas son las grandes amigas del peregrino, al que siempre
acompañan y nunca le fallan. Indican por dónde va el camino, y se les ha de
hacer caso antes que a guías, indicaciones verbales e incluso que a carteles. Gracias,
flechitas! (y a quienes las pintan, claro!).
Pues con M&A tran-tran, campos de cereal cada
vez más frecuentes (empieza el “mar de oro”), almuerzo en Cirueña y llegada a Santo
Domingo de la Calzada, en una etapa que (por fin!) se me ha hecho bastante
cómoda. Aunque al final las piernas se me resienten, veremos a ver si llegamos a Burgos…
Día tranquilo, hago la colada en una lavadora
pública y compro alguna cosillas. Y veo el pueblo, claro.
Total
hoy: 21 km, 5 horas 30' - Desde inicio: 129 km
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