Las paredes de mi habitación me aprisionan
Pero está bien ver tu cara sonriente y escuchar tu voz de nuevo
Hicimos una promesa y juramos que siempre la recordaríamos:
No retrocederemos, no nos rendiremos
Ante la crisis-estafa que estamos sufriendo, distinguiremos maniqueamente a tres colectivos: los que ganan con ella (les llamaremos “la costra”), los que pierden pero tienen miedo a perder lo poco que tienen (“los tibios”) y los que pierden y no tienen miedo (“los valientes”).
Pues resulta que los valientes salieron a la calle, mientras los tibios les miraban entre empáticos y recelosos y la costra en general no se atrevía a meterles mano.
Ha bastado para que unos pocos se hayan pasado de valientes (con o sin infiltrados) para que la costra haya visto el momento de contraatacar con el doble objetivo de defender sus privilegios y de que los tibios (de los que temen que podrían decantar la balanza) se aparten de los valientes.
¿Legitimidades? ¿Cuál es la que tiene un parlamento para aprobar recortes sociales que no estaban en ningún programa político? ¿De qué manera podemos controlar la actuación de aquellos a los que hemos votado, cuando hacen cosas para las que no fueron elegidos? ¿Y quien ha elegido a los especuladores, que son los que marcan las políticas económicas de los gobiernos?
La costra seguirá intentando convencerse de que todo esto es flor de un día. Y mientras pensamos “por suerte aún #nolopillais”, aprendemos sobre la marcha de los errores y aciertos y decimos que adelante, que esto no hay quien lo pare.
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