Lo mejor, la definición de alcohólico.
Días de whisky y rosas
QUIM MONZÓ - 11/01/2006
El líder del Partido Liberaldemócrata británico, Charles Kennedy, se ha visto forzado a presentar su dimisión tras admitir que tiene "un problema de alcoholismo". De nada le ha servido haber logrado para su partido los mejores resultados en ochenta años. Muchos que hasta ahora estaban a su sombra no han desperdiciado la oportunidad de ponerle la zancadilla. ¿Y qué problema tiene Kennedy con el alcoholismo?
Rafael Ramos lo explicaba el domingo, en las páginas de Internacional: "incidentes en los que no pudo pronunciar discursos o hacer apariciones por haberse tomado un par de whiskies de más". ¡De cuántos políticos con dos whiskies de menos soportamos apariciones y discursos que, de haberse tomado un par de más, serían llevaderos! En su espléndida crónica, Ramos cita precedentes en la política británica: Churchill y ese George Brown que -siendo ministro ¡de Asuntos Exteriores!- "en una recepción sacó a bailar al arzobispo de Lima creyendo que el himno del país sudamericano era un vals".
Aunque consumir tabaco y consumir alcohol en un lugar público no sean equiparables -puesto que quien bebe no siempre fuerza a beber a su vecino- dicen los agoreros que a la actual campaña contra el tabaco le va a seguir otra con el alcohol como protagonista, y dimisiones como la de Kennedy no parecen contradecirlos. En Suecia quieren incorporar un alcoholímetro en los coches, de modo que, para poner uno en marcha, el conductor deberá previamente soplar y, sólo si no llega al tanto por ciento permitido de alcohol, el motor arrancará.
A favor de la bebida -con cierta moderación, se entiende-, también hay noticias. Dos vienen de Rusia, el país de Yeltsin, estadista que hizo apariciones y pronunció discursos con bastantes vodkas de más y sin que nadie pidiese su dimisión. La primera explica que Vladimir Krikunov -actual entrenador de la selección rusa de hockey hielo- dice que tres chupitos de vodka son el remedio ideal "y obligado" tras todo partido. "Y, si son necesarios más, pues más". La segunda es que están a punto de abolir la prohibición de beber alcohol a bordo de la Estación Espacial Internacional. El equipo médico ruso encargado de los programas espaciales ha explicado que los astronautas pasan más de medio año en órbita, y que un poco de alcohol les iría bien. De hecho, en esa reivindicación médica hay un pique entre Rusia y Estados Unidos, porque la NASA no permite beber alcohol a sus astronautas, y en cambio, en tiempos de la estación MIR el alcohol estaba permitido y los rusos sólo dejaron de tomarlo cuando empezaron las expediciones conjuntas.
Hay una tercera noticia, que viene de Irlanda: una residencia geriátrica del norte del país ha inaugurado un pub, con la convicción de que una buena jarra de cerveza permitirá vivir más y mejor a sus residentes, que tienen una media de ochenta y cinco años. El pub geriátrico abre de 11 de la mañana a 9 de la noche, y el número de visitas a los ancianos por parte de familiares y amigos ha crecido significativamente, hecho nada despreciable y que demuestra que el pub facilita el compromiso de unos y hace que los otros estén acompañados más a menudo. Mientras, a Charles Kennedy lo han hecho dimitir por "un par de whiskies de más", en aplicación de aquella máxima de Dylan Thomas que dice: "Un alcohólico es alguien que no te cae demasiado bien y bebe tanto como tú".
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