G u t h r i e
En un anuncio de una marca de coches de cuyo nombre no quiero acordarme (Audi), me sorprendió escuchar una canción del gran Woody Guthrie, “Riding in my car”, también conocida como “Car car” o “The car song”.
Pertenece a la faceta de Woody como compositor de canciones infantiles, la “letra” recuerda a la de “En el coché de papá” de Los payasos de la tele, y contiene un montón de juegos de palabras intraducibles.
Aproximadamente:
Montando en mi coche
Brrrrrrrrrrr Brrrrrrrrrrr Brrrrrrrrrrr
Dame un paseo en el coche
Te montaré en mi coche
Click clack abrid la puerta, niñas
Click clack abrid la puerta, niños
La de delante, la de detrás
Os montaré en mi coche
Salta al asiento de delante
Me desparramo en el de detrás
Mete la llave, pulsa el starter
Te montaré en mi coche
El motor hace bum bum
Asiento delantero, trasero, niños y niñas
Te montaré en mi coche
Pasan los árboles y las casas
Un camión y un coche y un cubo de basura
Te montaré en mi coche
Barcos y barquitos hacen chu chu
Bum buh bum buh
Te montaré en mi coche
Te voy a llevar de vuelta a casa
Bum buh bum casa rodante
Te montaré en mi coche
Te dejaré tocar la bocina
Hura hurra
Te montaré en mi coche
Pero Woody es mucho más, y aprovecho esta rara incursión (aunque lateral) de los mass media en su figura para contarlo de nuevo (ver entrada anterior en este bloc, Sobre el feixisme.
Woody fue el primer cantautor, el inventor de la “canción protesta” tal como conocemos, el precursor de Pete Seeger, de Phil Ochs, de Bob Dylan, de Billy Bragg, de Joe Strummer y de Bruce Springsteen (en la faceta de activista social de este último, menos conocida y publicitada que la de rock star).
Y todos ellos, y muchos más, le han reconocido como tal.
Woody fue un artista comprometido, si, que en los años 30 y 40, en pleno apogeo de los fascismos, tuvo los santos cojones de escribir con una brocha en su guitarra “This machine kills fascists” (esta máquina mata fascistas) y de andar por ahí tocando con ella.
Woody forma parte de lo mejor de los Estados Unidos, pertenece a esa estirpe de personas que todavía son fieles a los ideales de la revolución americana de 1776, que atemorizó a la muy conservadora Europa de entonces y que fue precursora de las revoluciones francesa y rusa.
Esa estirpe de la que también formó parte un escritor como John Steinbeck, autor de la novela Las uvas de la ira (1939), donde habla de los parias de la tierra que emigraron en masa del Medio Oeste a California después de la depresión del 29, los okies.
En 1940, Guthrie compuso la balada Tom Joad, que era el nombre del protagonista del libro. Y en el mismo año Henry Fonda, en la película La uvas de la ira, de John Ford, encarnó al amigo Tom.
Y en 1995, Springsteen publicó el disco The Ghost of Tom Joad, el segundo de la no declarada trilogía sobre lo peor de la Norteamérica profunda (inciada en Nebraska y finalizada, por el momento, en Devils and Dust).
Como vemos, la cultura alternativa anglosajona está estructurada en vasos comunicantes, y las referencias cruzadas Steinbeck-Guthrie-Seeger-Springsteen-Strummer-Young-Dylan-Bragg-Wilco darían para otra entrada, o una serie de ellas...
Y es curioso como ahora, en un anuncio de Audi, propiedad de Volkswagen, la empresa creada por Hitler, sale una canción del tío que quería matar al fascista que llevamos dentro cada uno de nosotros, que eso es a lo que se refería. Ojalá le hubiesen hecho más caso en los años 30 y 40.
Referencias
- Pepe Gálvez, Famélica legión (RevistaTribuna, CCOO, enero 2009)
- Luis Matías López, Esta guitarra mata ladrones (Público, 17/01/09)
- TM, Sobre el feixisme (Flashes & Pensades)